El hotel está situado a las afueras de un pueblo muy bonito y con gente encantadora. Cuenta con un parking bastante amplio por lo que no había que preocuparse por el aparcamiento.
El interior del hotel se ve un poco antiguo pero es parte del encanto de su decoración.
La habitación tenía una buena terraza pero, en mi caso, al estar frente al campo entraban muchos bichos y no debimos de ser los únicos en notar la intrusión ya que había marcas de zapatillas en el techo y restos de mosquitos y moscas en las paredes.
El mayor problema que encontré es que las habitaciones están muy poco insonorizadas, haciéndote casi partícipe de las conversaciones de las habitaciones de al lado, los ruidos que provocaban los demás huéspedes al cerrar sus puertas (falta de educación por su parte), que no había escobilla en el baño y la falta de una mosquitera de puerta para evitar que los bichos entrasen.
Lo mejor podría decirse que son las camas ya que eran cómodas, el baño era amplio, la terraza, el aparcamiento y el personal de la recepción.